¿Cómo se hace para sentirse afortunado cuando el tren está atrasado, la heladera está vacía y se te rompió la pantalla del celular?
¿Cómo se hace para saber qué agradecer hasta en los días más difíciles, cuando no te quedan ganas?
Hay veces en los que podemos contar todas las cosas mágicas de nuestra vida sin esfuerzo. Hay otros días en los que cuesta más.
Para ser honesta, estas última semanas fueron más difíciles. Entrar en la sintonía ideal para perseguir la magia todos los días en instagram se sintió como remar en dulce de leche… Hubo veces donde solo alcancé a publicar una foto y pocas palabras abstractas.
Pero es importante reconocer que ese subibajas es parte del proceso. Que darnos el espacio para aceptar el estado anímico que tengamos y partir desde ahí. Es imposible estar ahí arriba todo el tiempo y exigirnos eso es en vano.
Persistir. El esfuerzo es lo que importa. El esfuerzo de frenar la pelota en los días alegres, en los días melancólicos, los desesperantes, los lúdicos, los tranquilos y pensar:
¿Qué agradezco?
La felicidad no es el resultado de que las cosas vayan bien, si no de una mentalidad que sabe y puede descubrir y disdrutar sin importar las circunstancias.
La mejor versión de mí misma es la que sabe dar las gracias.